miércoles, 14 de septiembre de 2011

MI AMIGA I. Y SU VISITA

Hoy estoy contenta y también estoy triste. Estoy contenta porque después de más de un año de no vernos, volví a ver a mi amiga I., y lo mejor de todo es que  la vi porque vino a visitarme desde México. Y también estoy triste porque hoy se fué, y quien sabe cuando nos volvamos a ver. Siento el vacío, que espero se pase pronto.


Pero ahora los momentos felices. Ella llegó a Hamburgo el sábado por la mañana y nos fuimos del aeropuerto directamente a Berlin, ella, mi Amore y yo. Yo nunca había ido a Berlín, a pesar de que tengo casi tres años de estar viviendo en Alemania. Ahora gracias a Dios, nuestras circunstancias personales y familiares parecen indicar que vamos a empezar a salir más y a recibir más visitantes en casa. Ojalá que así sea, porque tenemos ya mucho tiempo de antisociales, y eso se hace costumbre.


Mi Amore me había dicho que a él Berlin le recordaba muchísimo al D.F., y desde que llegamos estuve de acuerdo. Pero la semejanza no es tan evidente a simple vista: es algo en la atmósfera, el ruido, los olores, no lo sé. A ratos me sentía en la Condesa con sus montones de cafés al aire libre, a ratos me sentía que andaba en el turibús  en Paseo de la Reforma con todo y glorieta del Angel de la Independencia.


También en favor de Berlin, debo decir que es notablemente más barato que Hamburgo, por lo menos en cuanto a precios de la comida,los hoteles, el transporte y las atracciones turísticas.


Estuvimos ahí sábado y domingo, y luego nos regresamos a Hamburgo, con una pequeña escala en Potsdam para ver el castillo Sansoussi, que de verdad está hermoso. Lástima que llegamos medio tarde y nada más pudimos ir y tomarnos la foto del recuerdo, literal.


El lunes anduvimos mi amiga y yo paseando por Hamburgo, también en el turibús (que buen invento son los turibuses, de verdad), y luego anduvimos en el shopping, que es obligado cuando uno anda de turista. En la noche la llevamos a comer Scholle (primo pobre del lenguado) y Brattkartoffeln (papas fritas con tocino y cebolla a un restaurante que está a orillas del Elbe en Blankenese, del que por cierto ya se me olvidó el nombre. Las papas no estaban buenas, lástima, porque de la comida alemana algo de lo que más me gusta son las papas, como te las preparen. Y bueno, se trataba de que mi amiga probara algo típico de Hamburgo, habría sido genial si adicionalmente hubiera sabido como debía.


El martes tocó visitar Lübeck, que queda a una hora en tren de Hamburgo y es  chiquito y bonito. Parece de cuento del Flautista de Hamelin o algo semejante. En un día se da uno bastante idea de cómo está la ciudad, pero creo que se necesita mas tiempo para visitar los lugares interesantes un poco más detenidamente. Lo malo es que mi amiga sólo estuvo cuatro días, entonces había que aprovechar el tiempo lo más posible, en teoría, porque cuando vimos que Holstentor tenía un museo, decidimos dejarlo para el regreso a la estación, por aquello de que ya iba a salir el turibús (sí, otra vez en turibús) al siguiente recorrido; pero eso sí, cuando ya anduvimos a pie por la ciudad, nos metimos a cuanta tienda nos pareció interesante, y teníamos que recordarnos una a la otra que eramos turistas y debíamos seguir conociendo la ciudad. Cuando nos dió hambre nos metimos al café de la fábrica de mazapán Niederegger, pensando en una rebanadota de pastel y un café. Pero claro, como era hora de comida, pedimos algo salado y nutritivo: una papa al horno con montones de crema ácida y cebollines; una vez cumplida la obligación nutricional, ahora sí, al pastelote con un delicioso capuccino de mazapán. Todo de mazapán, también el museo que está en el segundo piso del mismo edificio. Y de ahí caminamos a la estación para regresarnos a Hamburgo, por supuesto sin pasar al museo de Holstentor porque ya era tarde, pero sospechamos que nos dió un "rush" de azúcar por culpa del pastel en el camino, porque empezamos a reirnos de cuanta tontería nos venía a la mente. 





Y bueno, esa es a grandes rasgos la historia de la visita de mi amiga I. y al mismo tiempo, de mis primeras vacaciones aunque sean cortas, desde que llegué a Alemania. Espero haber sido una buena anfitriona, aunque noté que como dice mi amiga: "soy de mucha opinión", y eso a veces no es tan bueno. Pero fuera de eso, espero que todo en orden, y que I. se haya pasado los días juntas tan bien como los pasé yo con ella. Le agradezco mucho que en su viaje a Europa haya considerado Hamburgo como destino, y nos haya permitido enseñarle un poco de este país tan interesante. Feliz viaje amiga, y que te vaya excelente en el resto de Europa que te queda por conocer. Te quiero.

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