domingo, 14 de julio de 2013

EL ALEMÁN Y LOS VETERINARIOS


Mi gato está enfermo. El único gato que me queda de los dos que traje de México. Se llama Lucas, y en la foto aparece haciendo su actividad favorita. En fín, el caso es que Lucas tiene diarrea crónica, desde hace no sé cuánto tiempo, y ahora está perdiendo peso. Cuando me di cuenta de que está mas flaco, me "apaniqué", porque así empezó Nicanor el año pasado, y en menos de dos meses lo tuvimos que poner a dormir por falla del hígado (sospechamos que tenía cáncer). El caso es que Lucas, que siempre ha sido "pachoncito", se ve delgado. Lo llevamos al veterinario, que nos dijo que había una posibilidad de que fueran parásitos, y lo desparacitó. Adicionalmente le cambiamos el alimento por uno especial para gatos con sistema digestivo delicado, y estamos esperando.Si la cosa no mejora, lo tenemos que llevar otra vez en algo así como una semana...pero a otro veterinario.


Debo decir que, toda la discriminación de la que no he sido víctima en ésta ciudad por parte de dentistas, médicos generales, ginecólogos, anestesiólogos o enfermeras, me la aplicó, toda junta, la estúpida veterinaria que atendió a mi gato. Como mi alemán hablado es notoriamente lento y reflexionado (arreglo mi gramática antes de abrir la boca), seguramente la mujer pensó que sufría de algún tipo de retraso mental, y se puso a hablar exclusivamente con mi media naranja. Y para colmo, cuando me preguntó si el gato había sido parte de mi familia toda su vida, o si lo había adoptado o recogido, para descartar cualquier riesgo de mala nutrición en algún momento de su vida, agregó, ahora sí dirigiéndose a mí, que considerando que el gato venía de un país como México, pues corría el riesgo de no haber recibido buenos cuidados, a lo que yo le pregunté con ojos de pistola, y en perfecto alemán (lento, desde luego) -¿Cuántas veces ha estado usted en México?-, y como lo sospechaba, me contestó que ninguna. Otra veterinaria de vacas y caballos, serrana y poco viajada...¡qué le vamos a hacer! Parece broma, pero la mentalidad de la gente que vive en el campo, alrededor de Hamburgo, aunque sea a cinco kilómetros de la ciudad, con respecto a los extranjeros, es notoriamente diferente a la de mucha de la gente que vive en la ciudad, y que está mas "leida y escribida", o por lo menos, más viajada. Además, no niego que en México haya muchos asuntos qué resolver, pero no creo que sea adecuado construir una pirámide de prejuicios alrededor de afirmaciones que se han escuchado o leído por ahí,  que no se comprobaron por propia experiencia, o que no provienen de testigos confiables.
Ahora estoy pensando que voy a hacerle cita para que sigan con la batería de pruebas y descarten hipotiroidismo, cáncer, problemas de hígado, riñones, etc. en una clínica en el centro, que por cierto se llama "Just Cats", y cuyo veterinario principal es canadiense. Me defiendo mejor en inglés, y a pesar de que he hecho mi gol en la vida dominar al alemán y no seguirle permitiendo que él me domine a mí, creo que mientras llego a ese punto, las cuestiones médicas tanto mías como del gato, es mejor tratarlas en inglés o español, porque estamos hablando de información muy específica. Por cierto que mi médico general, una doctora muy amable, me da la consulta en puro alemán, pero aquí la diferencia es que habla pausado, claro y fuerte, y se asegura de que le entienda. La verdad es que no la cambio por nadie. En fín, ya les contaré cómo nos fue con Lucas. Por lo pronto, este desagradable tema de los médicos me recuerda que tengo que hacer cita con el dentista y con el ginecólogo, que por cierto también son muy amables. ¿O será que le pregunte al veterinario si por docena cobra más barato y mejor que nos vea él a todos?...jejejeje.