domingo, 14 de julio de 2013

EL ALEMÁN Y LOS VETERINARIOS


Mi gato está enfermo. El único gato que me queda de los dos que traje de México. Se llama Lucas, y en la foto aparece haciendo su actividad favorita. En fín, el caso es que Lucas tiene diarrea crónica, desde hace no sé cuánto tiempo, y ahora está perdiendo peso. Cuando me di cuenta de que está mas flaco, me "apaniqué", porque así empezó Nicanor el año pasado, y en menos de dos meses lo tuvimos que poner a dormir por falla del hígado (sospechamos que tenía cáncer). El caso es que Lucas, que siempre ha sido "pachoncito", se ve delgado. Lo llevamos al veterinario, que nos dijo que había una posibilidad de que fueran parásitos, y lo desparacitó. Adicionalmente le cambiamos el alimento por uno especial para gatos con sistema digestivo delicado, y estamos esperando.Si la cosa no mejora, lo tenemos que llevar otra vez en algo así como una semana...pero a otro veterinario.


Debo decir que, toda la discriminación de la que no he sido víctima en ésta ciudad por parte de dentistas, médicos generales, ginecólogos, anestesiólogos o enfermeras, me la aplicó, toda junta, la estúpida veterinaria que atendió a mi gato. Como mi alemán hablado es notoriamente lento y reflexionado (arreglo mi gramática antes de abrir la boca), seguramente la mujer pensó que sufría de algún tipo de retraso mental, y se puso a hablar exclusivamente con mi media naranja. Y para colmo, cuando me preguntó si el gato había sido parte de mi familia toda su vida, o si lo había adoptado o recogido, para descartar cualquier riesgo de mala nutrición en algún momento de su vida, agregó, ahora sí dirigiéndose a mí, que considerando que el gato venía de un país como México, pues corría el riesgo de no haber recibido buenos cuidados, a lo que yo le pregunté con ojos de pistola, y en perfecto alemán (lento, desde luego) -¿Cuántas veces ha estado usted en México?-, y como lo sospechaba, me contestó que ninguna. Otra veterinaria de vacas y caballos, serrana y poco viajada...¡qué le vamos a hacer! Parece broma, pero la mentalidad de la gente que vive en el campo, alrededor de Hamburgo, aunque sea a cinco kilómetros de la ciudad, con respecto a los extranjeros, es notoriamente diferente a la de mucha de la gente que vive en la ciudad, y que está mas "leida y escribida", o por lo menos, más viajada. Además, no niego que en México haya muchos asuntos qué resolver, pero no creo que sea adecuado construir una pirámide de prejuicios alrededor de afirmaciones que se han escuchado o leído por ahí,  que no se comprobaron por propia experiencia, o que no provienen de testigos confiables.
Ahora estoy pensando que voy a hacerle cita para que sigan con la batería de pruebas y descarten hipotiroidismo, cáncer, problemas de hígado, riñones, etc. en una clínica en el centro, que por cierto se llama "Just Cats", y cuyo veterinario principal es canadiense. Me defiendo mejor en inglés, y a pesar de que he hecho mi gol en la vida dominar al alemán y no seguirle permitiendo que él me domine a mí, creo que mientras llego a ese punto, las cuestiones médicas tanto mías como del gato, es mejor tratarlas en inglés o español, porque estamos hablando de información muy específica. Por cierto que mi médico general, una doctora muy amable, me da la consulta en puro alemán, pero aquí la diferencia es que habla pausado, claro y fuerte, y se asegura de que le entienda. La verdad es que no la cambio por nadie. En fín, ya les contaré cómo nos fue con Lucas. Por lo pronto, este desagradable tema de los médicos me recuerda que tengo que hacer cita con el dentista y con el ginecólogo, que por cierto también son muy amables. ¿O será que le pregunte al veterinario si por docena cobra más barato y mejor que nos vea él a todos?...jejejeje.

viernes, 15 de febrero de 2013

DESCUBRIENDO "PINTEREST"

Desde hace algún tiempo me he vuelto sumamente "antipapel". Todo lo guardo en la computadora en versión PDF y trato de imprimir lo menos posible, por razones prácticas, y también para ayudar un poquito al medio ambiente. Por eso me dio mucho gusto descubrir "Pinterest" por pura casualidad, cuando vi en una foto que me gustó la opción de "pinear" junto a las de "compartir en facebook" y "twittear"... Venciendo mi eterno miedo a que la computadora explote si le doy click, pues le di click...¡y se me abrió un mundo de posibilidades! Muy hacendosita me puse a crear mi perfil con la menor cantidad posible de información personal (por aquello de los stalkers, no vaya a ser...) y enseguida me puse a abrir tableros para poner mis pines, que es básicamente la versión cibernética de recortar de las revistas todo lo que a uno le guste y pegar los recortes en una libreta, con la ventaja adicional, entre otras, de que un doble click  lo manda a uno  directamente al lugar de origen de la imagen marcada, lo que permite obtener más información si se desea. Por ejemplo, ya tengo mis tableros de recetas de dieta, no de dieta pero saludables y de recetas que para nada son de dieta, y por tanto,  las mejores...total, si a la mera hora resulta que la receta no era lo que uno esperaba, la "despinea" uno y listo, aquí no pasó nada; ya me pasó con una receta de pastel de queso y poro que quedó muy aguada porque según yo, la receta tiene demasiada leche y poco queso, entonces como que no amarró, pero le voy a dar una segunda oportunidad antes de despinearla, con mis modificaciones...ya les contaré.  También tengo mis tableros de bichos, especialmente gatos; mis tableros de moda, para agarrar inspiración, porque de verdad que soy de lo menos imaginativa a la hora de escoger trapos y termino usando "las mismas garras de siempre", como diría mi mamá. Tengo también los clásicos tableros de ideas para el hogar, de curiosidades, de imágenes de México, y hasta ahora es eso, más o menos. Estoy pensando en poner un tablero que se llame algo asi como "muro de visualización", porque según  "el Secreto" (no lei el libro porque me dio flojera, pero si me aventé el video en un curso que dieron en mi empresa) , tener imágenes mentales de lo uno quiere, ayuda a alinear las fuerzas del universo para lograr que eso se cumpla, y los muros de visualización sirven para reforzar nuestras imágenes mentales...asi que por si las moscas, total, ¡que por mi no quede!

jueves, 14 de febrero de 2013

A DIETA...AHORA SI VA LA BUENA



Primero, mil disculpas por la falta de noticias. La verdad es que con esta depre invernal no dan ganas ni de ir a la escuela, ni al trabajo, bueno, ni de salir de la cama. Y de la inspiración para escribir mejor ni hablamos. Además, para acabarla de amolar,  justo en estos típicos días de invierno en el norte de Alemania,  oscuros, fríos, lluviosos, lodosos o de nieve que ni cuaja ni se derrite ni nada,  es cuando me dan unas ganas locas de comerme todos los panes  y todos los chocolates del mundo. ¿ Les mencioné que el pan alemán es DE-LI-CIO-SO? Aparte soy panera desde que me acuerdo: me gustan los bolillos solitos, calientitos y "crujinetes" como dice mi galán alemán en su casi perfecto español (ahora sabe perfectamente que se dice crujiente, pero se nos quedó la palabrita, primero en broma, y luego pasó a formar parte del vocabulario casero). Crujinetes y con el migajón caliente, así sin nada, porque no me gusta arruinarles el sabor con mantequilla, misma que por cierto también es buenísima en estas latitudes. Cuando ya no son recién salidos del horno, entonces si les pongo mantequilla y mermelada, cajeta o nata con azúcar. Claro que por estos rumbos, ni nata ni cajeta, entonces pues con mantequilla y azúcar, o con mantequilla y mermelada. Aparte cuando uno se va corriendo a la escuela o al trabajo, obviamente sin desayunar porque se quedó dormido hasta el último minuto posible, lo más fácil es comprarse un "Franzbrötchen" en el camino, o un cuernito de mantequilla, o alguna de esas deliciosas especialidades que venden en las "Bäckereien" alemanas, que por cierto abundan en esta panadera ciudad (mi favorita es Le Crobag, porque a todo le ponen el doble de mantequilla, especialmente a los cuernitos). Los chocolates merecerían un capítulo aparte, baste decir que yo no era choco-adicta antes de haber experimentado la mortal combinación del chocolate europeo y el invierno de Hamburgo. No hay manera de huir de la tentación, lo que sea con tal de producir un poco de hormonas de la felicidad (buen pretexto). Gracias a Dios que me rechoca la Nutela, porque si no, entonces si estaría yo frita.

Bueno, cambiando de tema, porque aparte ya se me antojó un pan tostado con mantequilla y mermelada para acompañar mi cafecito de la mañana (el segundo en media hora), les digo en resumen que el resultado de los últimos meses de empacarle sin miramientos para contrarrestar la falta de sol (cualquier excusa es buena), llegué a pesar "lo que nunca había pesado", que obviamente no voy a cuantificar aquí (¡obviamente!). Y entonces me deprimí más. Además, como me gusta echarle limón  a la herida, me puse a ver en el Facebook fotos de algunas de mis amigas que siguen delgadísimas y divinas (gracias a Dios no todas, porque entonces si me doy un tiro), y pues terminé ahora si, con el ánimo por debajo de los suelos. Fue entonces que me llegó, así como salido de la nada, el momento de la verdad: como que hice catarsis, y entonces me topé con la famosa dieta Dukan (¿o me topé con la dieta Dukan y luego hice catarsis?)  y la empecé a principios de la semana pasada, junto con mi "gordo", obviamente previa compra del libro en Amazon para Kindle, además del libro de recetas de la dieta Dukan que estaba de ofertísima, también en version Kindle. A pesar de los muchos detractores que tiene, esta dieta ha sido la única que me ha mantenido motivada en años, porque la pérdida de peso es sostenida, además de que no paso hambre. Claro que tampoco considero que se deba optar por este tipo de régimen como estilo de vida...creo que eso si sería malísimo para la salud, porque es una dieta primero hiperprotéica, y luego proteinada, y por eso no se puede llevar mucho tiempo. El caso es que yo bajé y mi "gordo" subió de peso...¡muajaja! Dice que no se explica por qué, pero a mi se me hace que hacía trampa en el trabajo. Desde luego él ya dejó de seguirla, pero confío en que con las cenas proteinadas y ensaladosas que estoy preparando últimamente,  también se va a ver beneficiado, aunque más lentamente. En fin, seguiremos informando, por lo pronto tengo que ponerme a ver un par de tutoriales de recetas Dukan, porque como que noto cierta falta de imaginación de mi  parte a la hora de preparar platillos con los ingredientes permitidos Hay un blog que ¡hasta recetas de magdalenas rellenas de chocolate tiene! Lo tengo que explorar sin excusa ni pretexto. ¡Chao!

martes, 13 de noviembre de 2012

Comentario a "Diez cosas que debes saber sobre Alemania"

 En Blogoterraqueo, de Rosalía Sánchez, leí la siguiente entrada y, a pesar de que no falta por ahí quien haya comentado que es una tontería llena de estereotipos, debo decir que a cuatro años de mi llegada, me identifico con más de un punto.
 
1. Alemania habla alemán
 
En Alemania se habla alemán, parece obvio, pero a menudo se minusvalora la barrera lingüística. Aunque hayas estudiado alemán, incluso aunque incluyas en tu curriculum un certificado B1 o, mejor aún, B2, tú no hablas alemán. Y lo sabes. Eso te lo pondrá muy difícil a la hora de integrarte en una empresa, en constante competencia. Para hablar alemán es necesario un proceso que requiere, además del estudio, tiempo de práctica y convivencia con alemanes. A esto hay que añadir la dificultad extra que presentan los acentos y dialectos de los diferentes Länder. Practicar alemán con los alemanes, además, no es una consecuencia automática de la convivencia. Puedes pasar semanas sin intercambiar más que escuetos saludos con tus compañeros del trabajo y tus compañeros de piso, que con toda seguridad intentarán dirigirse a ti en inglés o en español. Trabar auténticas relaciones en Alemania lleva años y el proceso de integración lingüística también. Debes estar preparado para un aislamiento prolongado.

2. Alemania es muy grande

 
También parece obvio que Alemania es muy grande, pero a menudo no somos conscientes de la enorme diferencia que hay entre vivir en ciudades cosmopolitas como Berlín y Hamburgo o en otras más ricas e industriales como Munich, Stuttgart o Düsseldorf. Estas últimas son las que más empleo ofrecen, están repletas de oportunidades, pero a menudo parecen muertas a partir de las 18:00 horas y soportan un caro nivel de vida. Las primeras, más atractivas y vitales, son las más pobres de Alemania, arrastran bolsas de paro propias y están ya saturadas de aspirantes. En Berlín hay un paro del 11,8%, en Munich del 3,8%. Son mundos diferentes.


3. Alemania está llena de alemanes

 
Seguramente contabas con ello, Alemania está llena de alemanes, pero no entenderás el alcance de las diferencias culturales hasta que no las sufras. Son honrados hasta la médula. Si te dejas abierto el coche en el centro de Berlín, y con abierto queremos decir abierto de par en par, los CD seguirán en la guantera cuando vuelvas dos horas después. Pero si aparcas incorrectamente ese mismo coche frente a tu casa, será posiblemente uno de tus vecinos el que llame a la policía para denunciarte. Te convertirás en un proscrito si no reciclas correctamente la basura, incluido lavar los envases de yogur antes de depositarlos en el contenedor para plásticos. Si tomas un café o cenas con alguien, pagaréis por separado. Se quitarán los zapatos cuando entren a tu casa y tú deberás hacer lo mismo en la suya. No soportarán que hables al volumen cotidiano en España, ni que cocines con ajo. El rescate a los bancos españoles nos ha convertido en un país europeo de segunda y percibirás que comienzan a tratarnos como a ciudadanos de segunda. Ya no les gusta alquilarnos casas y admiten con más dificultad a nuestros hijos en colegios privados. ¡Ah! Y no te perdonarán que no seas amable con perros y gatos, a los que no es extraño que demuestren más afecto que a las personas.


4. Alemania = burocracia

 
Nada más poner un pie en Alemania necesitas un Anmeldung, documento de registro que te pedirán para todo y que solicitarás en la oficina Meldestelle del Burgeramt, el ayuntamiento de tu distrito. También es necesario un Certificado de Libre Circulación (Freizügigkeitsbescheinigung), y para conseguir los documentos anteriormente citados necesitas tener una dirección y un contrato de alquiler. Para conseguir el contrato de alquiler necesitas la Chufa, una especie de certificado de tus deudas y solvencia, además de un certificado de ingresos (Einkommensbescheid). Para empezar a trabajar necesitas la Lohnsteuerkarte, registro en la Hacienda alemana, la Sozialversicherungsausweis y la Mitgliedsbescheiningung der Krankenkasse, que certifican que perteneces a una caja del Seguro Social y del Seguro Médico, y una Aufenthaltsbescheiningung gemäB 5 Freizügigkeitesgesetz, algo así como un certificado de residencia. Después de esto puedes ir a registrarte al Consulado. No sirve de mucho, pero ya puestos...


5. Alemania trabaja a la alemana

 
Alemania trabaja y España también, pero con culturas del trabajo completamente ajenas entre sí. Generalizando, los trabajadores alemanes no usan el teléfono de la empresa para llamadas personales, no utilizan el tiempo de oficina para pedir cita en el dentista o para charlar sobre el programa de televisión de la noche anterior. No hay pausa para comer de más de media hora. No se sale a fumar o a tomar café y muchas grandes empresas estipulan incluso en sus convenios la denominada Pinkelpause, o pausa para hacer pipí, que establece los minutos de duración y la frecuencia con que los empleados pueden ir al baño. Cumplen los horarios, lo que significa que salen de casa considerablemente antes si el pronóstico meteorológico es adverso, llegan sistemáticamente a menos cinco y se están poniendo el abrigo también a menos cinco, para salir por la puerta a la hora exacta, así haya que dejar en suspenso un proyecto de millones de euros. Las horas extra se pagan sin excepción. No hay prisas y no se espera hasta que se haya ido el jefe. Esto requiere una enorme planificación y anticipación. Tendrás que amoldarte.


6. Alemania, reserva natural de ingenieros e informáticos

 
En Alemania son especies protegidas: ingenieros e informáticos, en menor medida personal sanitario y estudiantes de formación profesional de ramas industriales. Si perteneces a uno de estos grupos serás bienvenido a este país y se te darán todo tipo de facilidades. Si además eres investigador en áreas avanzadas de energías renovables, reciclaje, química aplicada, nanotecnología o genética, te buscan como locos y seguramente varias empresas alemanas han contactado ya contigo tratando de seducirte. Pero si no formas parte de estos selectos sectores, estarás solo en la jungla del empleo alemán, donde no hay un salario mínimo legislado y donde personal altamente cualificado procedente de países como Polonia e India pone ya muy alto el listón de la formación y muy bajo el listón de los ingresos.


7. Alemania es bienestar

 
El sistema de bienestar social alemán sigue siendo un sueño en comparación con el resto del planeta, incluida España. Una vez entras en el sistema a través de un empleo estable, dispones de todo tipo de ayudas familiares, por ejemplo. Las madres dejan de trabajar 6 semanas antes de la fecha prevista del parto y las 8 siguientes al nacimiento con el 100% de su salario. A partir de ahí, la baja por maternidad dura un año y cobra el 67% del salario para padre o madre. Si la madre no ha trabajado antes, recibe 300 euros al mes. El Estado paga 184 euros por niño al mes, ingresados en cuenta corriente, y Merkel acaba de aprobar una subvención a familias que cuidan de los niños en lugar de llevarlos a la guardería, comparable a lo que le cuesta al mes al Estado una plaza de guardería pública. Si las cosas van mal, en un caso de paro prolongado, el Estado garantiza el derecho a vivienda, no de palabra, como en la Constitución Española, sino con subvenciones contantes y sonantes, además de derecho a calefacción e incluso tarjetas de ocio para menores de familias con bajos ingresos, que permiten a los niños pobres ir al cine, al teatro, a librerías...


8. En Alemania hay picaresca

 
En alemán no existe un término para traducir la picaresca y para referirse al género literario de El Lazarillo de Tormes hablan de Schelmroman, Novelas de pillos. Pero haberla, hayla. Ojo si llegas a trabajar al sector servicios, el más tocado. En Berlín ya hay casos de españoles que llegan buscándose la vida y pasan meses trabajando como camareros sin contrato y sin cobrar, desprotegidos por la ley. La forma de evitarlo es buscar empleo en Alemania a través de los Ayuntamientos o Comunidades Autónomas que han desarrollado programas para ello o a través de Eures. La Embajada española en Berlín dispone también de información fidedigna. Es mucho más arriesgado venir por libre.


9. Alemania está nublada

 
El frío de Alemania no supera al de Ávila, pero su déficit de luz sí. Durante los meses de invierno anochece a las 16:00 e incluso en verano el porcentaje de días plomizos, lluviosos o sencillamente grises es capaz de erosionar cualquier psicología. Los habitantes del Mediterráneo tienden a acusar especialmente ese déficit de luz. En Alemania, 10.021 personas se quitaron la vida en 2010. Otras tantas lo intentaron. Hay un suicidio cada 53 minutos y mueren más personas por voluntad propia que por accidentes de tráfico, homicidio, drogas o sida. Naturalmente, las causas no tienen que ver exclusivamente con el clima, sino también con la soledad, la presión social y la crisis. Debes hacer acopio de fortaleza.


 10. Alemania engancha

 
Si después de haber superado todas estas dificultades logras trabajar en Alemania y establecerte en este país, descubrirás algo con lo que no contabas: quieres quedarte. A pesar de la morriña y de los planes para volver, Alemania engancha y un día, sin darte cuenta, te encontrarás con que suples felizmente la falta de luz partiendo el invierno con un viaje al Mediterráneo o al Caribe, según tus ingresos, que la relación con la familia a través de Skype te resulta razonablemente satisfactoria y que te sientes realizado por lo mucho que te aprecian en tu trabajo. Ya no estarás dispuesto a prescindir de la seguridad de tu empleo, de tu pensión de jubilación y de tus inversiones, te sentirás al abrigo de un Estado fuerte y sostenible y no querrás prescindir de las garantías sociales. No te gustaría ya la idea de volver a una oficina en la que se pierde el tiempo en reuniones inservibles o con comidas de dos horas de duración, despreciarás las actitudes clientelares o pelotas, jamás esperarías ya a que se vaya el jefe para irte a casa si ha terminado tu horario laboral... La lengua alemana habrá dejado de ser un problema y habrás hecho amigos alemanes, generalmente un tipo de amistad sin muchas alharacas, pero profunda y duradera, de los que no querrás separarte. Y si has tenido hijos, desearás para ellos que crezcan hablando alemán. Como religioso contribuyente, comenzarás incluso a criticar que el fisco alemán destine tus impuestos a rescatar gobiernos corruptos del sur de Europa. Y un día, te sorprenderás a ti mismo tarareando una canción de Grönemeyer mientras conduces, en una ciudad sin atascos. Ese día, estarás perdido.


Fuente: "http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/blogoterraqueo/2012/11/12/diez-cosas-que-debes-saber-sobre.html" con acceso el 13 de noviembre de 2012.

jueves, 16 de agosto de 2012

PROBLEMAS DE COMUNICACIÓN


Desde hace un tiempo he notado que mi dominio del idioma alemán sigue sin poderse llamar dominio. Y no solo eso, se me han olvidado tantas cosas que la idea del Alzheimer empieza a rondarme, más o menos en serio. Lo peor es que ya no puedo culpar al hecho de que acabo de llegar, porque en diciembre voy a cumplir cuatro años viviendo en Hamburgo, porque hice un curso intensivo durante un año, y porque en la universidad escucho y entiendo clases en alemán. Hablo y escribo, pero cada vez que lo hago me desespero, porque no encuentro la expresión adecuada, porque me equivoco en las declinaciones, y porque se me olvidan hasta las palabras de uso común. Además traigo todo un fandango mental entre el susodicho idioma, el inglés, el español y el portugués que comencé a estudiar recientemente. Noto como me aferro a mi hermosa lengua materna, y al portugués por ser su primo, como se me va olvidando el inglés que antes no era problema, y como me limito a hablar alemán solo en caso de urgencia extrema.

He estado pensando en la razón por la cual me es tan difícil hablar en alemán, y creo, la verdad, que es por que no me gusta, así de fácil: me parece que la gramática es innecesariamente complicada, y no es un idioma muy melodioso que digamos. Claro que ese es solo mi punto de vista, pero al final es lo que cuenta para tener los resultados que he logrado...que no son muy alentadores que digamos. Otro factor importante es mi miedo a equivocarme...tontamente pienso que todo lo que diga debe ser perfecto, luego noto el error y me paralizo. Lo sé, debo soltarme y hablar aunque sea con errores, que con la práctica irán desapareciendo. También se que es importante hablar aleman en casa, no español. En fin, tanto por hacer, y no encuentro la energía...Seguiremos informando...


jueves, 22 de marzo de 2012

GENTE "DE MUCHA OPINIÓN"



¿ Será que me estoy haciendo vieja, y por lo tanto intolerante como aquellas tías ya mayores que existen en cada familia y que nos cansan con sus necedades?¡ Quién sabe! ...pero espero que no. El caso es que me he vuelto especialmente sensible a las afirmaciones prejuiciosas y muchas veces ignorantes de mis conocidos  (bueno, mas bien de mis conocidas, por eso de que a las mujeres se nos facilita más eso de la opinión, tal vez por el hecho de que hablamos más) contra grupos, países, religiones y personas. Y entonces viene el inevitable prejuicio de mi propia cosecha: “me choca la gente estúpida”. Es “políticamente correcto” soltar alguna barrabasada de vez en cuando, porque finalmente todos, unos más que otros,   tenemos en alguna parte de nuestro yo interior ese gusanito que nos impulsa a tratar de hacernos superiores o más interesantes ante los ojos de los demás, y así convencernos a nosotros mismos de nuestra valía...pero, por favor, ¡ todo en su justa medida!
Estoy pensando seriamente en ver menos a una amiga mía...la primera que conocí a mi llegada a Alemania...Y digo ver menos porque la quiero, no es como quitarse un par de calcetines. Pero hace unos días caí en la cuenta de que cada vez que hablo con ella, la mayor parte de lo que hace es quejarse de los demás, especialmente de los alemanes, y sobre todo, de las alemanas. Como mínimo he escuchado unas veinte veces que tienen caderas inmensas...y lo peor es que después de tan fructíferas conversaciones me he sorprendido a mi misma viendo las caderas de las mujeres en el metro, a riesgo de que me tomen por “stalker”, para ver si  la afirmación de mi amiga refleja la realidad (hasta ahora, he visto caderas de todos los tamaños, como en todos lados). Y no es el peor de sus comentarios, pero los demás prefiero no publicarlos.  Creo que no es necesario aclarar que mi amiga NO es alemana, sino de algun lugar de Europa del este, emigrada a los Estados Unidos y traída “a fuerza” porque se casó con un alemán. Después de tres años de vivir acá, apenas decidió empezar a estudiar alemán, porque creo que siempre consideró que los demás tienen la obligación de saber inglés. Al final del día, creo yo,  es uno mismo el que más se perjudica cuando se carga de prejuicios en contra de la gente del país donde uno vino a vivir, no se integra, se aísla, no conoce y por lo tanto no disfruta lo bueno que el país también le puede ofrecer.  Aclaro que mi concepto de integración en un país diferente al propio, no implica renunciar a las propias raíces y cultura, sino más bien combinar todo en una multiculturalidad enriquecedora, y más tolerante ante las diferencias. Obviamente hablo de mi experiencia muy pero muy personal...tal vez en veinte años sea yo una crítica recalcitrante del alemán promedio.

No digo que los alemanes estén libres de pecado...también he escuchado conocidas alemanas  aqui en Hamburgo, que se preguntan indignadas por qué en tal o cual supermercado permiten a la cajera musulmana llevar cubierta la cabeza con un “Kopftuch”, y por tampoco se explican por qué hay tantos turcos en Hamburgo.  Si en todos lados se cuecen habas ¡cómo no! U otra que conozco, de Estados Unidos, también inmigrante por matrimonio en Hamburgo, que también es amiga mía y la quiero muchísimo: a ella la escuché la otra noche comentar indignada que el español no debería  tener tantas palabras de origen árabe porque los árabes viven gobernados por una religión deplorable y ese vocabulario entró a formar parte del español por los nueve siglos de dominación musulmana en la península Ibérica, no por voluntad de los espanoles. Entonces, me pregunto, ¿qué hacemos? ¿Las dejamos de decir para darle gusto a mi amiga “gringa” que ni siquiera sabe español pero se atreve a criticarlo como si fuera fundadora de la Real Academia? 

Aparte tendemos a dar nuestras opiniones como si fueran las únicas válidas y comprobadas por los más reconocidos expertos. Hasta ahora, en el nombre de una convivencia civilizada, dejo pasar estos comentarios sin meterme en demasiada polémica, porque ya sé que no voy a convencer a nadie de que viven en la obscuridad, pero últimamente si se me ha salido uno que otro “muy respetable tu opinión, pero yo pienso diferente”. Y bueno, la verdad es que ir a tomar café con una persona, sabiendo exactamente de qué va a tratar la conversación, contra quién o quienes van a ir los comentarios, y así sucesivamente,  cansa de solo pensarlo. Y luego está la lucha interior con el  sentimiento de culpa que le viene a uno por albergar tan malos pensamientos en contra de esas personas, porque repito, se trata de gente que aprecio porque han sido buenas conmigo y  han estado ahí para mí cuando las he necesitado. Por eso hablo de “limitar”, no de dar por terminadas las relaciones, porque a este paso ¡de plano me voy a quedar sin amigos en Hamburgo!