domingo, 3 de julio de 2011

Escalofriante...mi primera narración.

Y esta es la segunda tarea importante para la misma materia de expresión escrita. Debo hacer una narración. Espero que no esté escalofriantemente fea y simple. Me doy cuenta de que estoy muy influenciada con mis series basura de la televisión, pero de momento no importa, porque con tanto que preparar para mis exámenes finales, no tengo tiempo de hacer una obra de arte. Ahi les va.



Escalofriante



Una mujer estaba sentada sola en una casa. Sabía que no había nadie más en el mundo: todos los otros seres habían muerto.  Los últimos días habían sido un constante ir y venir de un estado de desesperación extrema, hasta la casi catatonia que le viene a uno cuando acepta lo inevitable, cuando no le queda más que esperar la muerte. Justamente en uno de esos momentos de calma que le vienen a uno cuando el cerebro trata de protegerse del terror extremo, se puso a evaluar la mejor forma de terminar con su sufrimiento. En ese momento golpearon a la puerta.  Sintió cómo un escalofrío le recorría toda la columna y al mismo tiempo pensó que el corazón se le iba a salir del pecho:¡No puede ser!, se dijo.  La nube de polvo rojo que voló sobre el pueblo hacía unos días había terminado con la vida de todos los seres a su alrededor. Ella misma vió morir a su marido en medio de terribles sufrimientos hacía solo un par de días, y no podía dejar de pensar en la horrible mueca de dolor que se le había congelado en el rostro y que tuvo que volver a ver cuando lo envolvió en la ropa de cama a modo de sudario improvisado.  Ella había resultado aparentemente inmune a los efectos,  y por alguna razón solo tuvo unas cuantas molestias y dolores. Pero los demás, vecinos, amigos, desconocidos, todos habían muerto. Estaba sola, y peor aún, desesperada por no saber qué había sido de Ana, su hermosa y dulce Ana, la hija que había partido a la universidad una semana antes y que llamó para avisar que había llegado bien. Después de esa llamada, nada. Y ahora los golpes en la puerta.

¿Sería posible que sus ruegos hubieran sido escuchados? Tal vez Ana sobrevivió igual que ella, algún gen resistente que hubiera pasado de madre a hija debió haber hecho el milagro para las dos.  O quizá el efecto tóxico de la nube solamente afectó al pueblo. Pero entonces, ¿por qué no había televisión ni radio, ni ninguna otra forma de saber cuál era la magnitud del desastre, o si habían supervivientes? Bueno, no importaba, porque ahora lo único que le interesaba era abrazar a su hija y saber que no estaba sola. Corrió a la puerta y la abrió de par en par, y en ese momento despertó. Todo había sido un sueño. Suspiró aliviada, volteó a ver a su marido en la cama. Y el suspiro se convirtió en un alarido: su marido yacía muerto a su lado, con la misma mueca de dolor que ella había soñado. Al mismo tiempo, en la televisión  el locutor avisaba que había habido una explosión en la fábrica de compuestos químicos de la ciudad cercana y que una nube roja se extendía rápidamente por las poblaciones cercanas.

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